Escuelas que innovan: “La Llacuna del Poblenou”
Article publicat per Jimena Peña al blog educatiu Aprehendere.
Desde hace algunas semanas circula una noticia titulada “Los jesuitas eliminan las asignaturas, exámenes y horarios de sus colegios en Catalunya” la cual – gracias al poder de las redes sociales- nos ha llegado una y otra vez desde distintos países, lo que nos demuestra el impacto viral que ha causado.
Sin intenciones de entrar en detalles sobre este nuevo “método” que han implementado en sus escuelas los jesuitas, lo cierto y lo que queremos señalar es que en este momento son muchas las escuelas – en el mundo, pero en este caso nos seguimos centrando en Catalunya – que llevan a cabo desde hace varios años proyectos innovadores, que rompen con lo más tradicional de nuestras escuelas centenarias.
A golpe de vista resuenan las impulsadas por tres escuelas públicas de la ciudad de Barcelona – aunque son muchas más: la “Escola dels Encants”, la “Escola la Llacuna del Poblenou” y la “Escola Fluvià”.
Interesados en conocer desde cerca la propuesta de éstas escuelas, semanas atrás visitamos la escuela La Llacuna del Poblenou para conversar con su jefe de estudios, Jordi Martín.
Aunque desde fuera el edificio de la escuela se observa similar al de cualquier otra escuela pública catalana, lo cierto es que sólo al atravesar la puerta de entrada, el ambiente es diferente. El hall central con el que nos encontramos, amplio y definido, cuenta con un mobiliario que invita al diálogo, al intercambio, al compartir. Un mobiliario que crea un ambiente cálido y distendido: un sofá, dos mesas de distintas alturas y una más, la central, acompañada por cinco sillas de distintos colores y formas, que invitan a que sean ocupadas por personas también diferentes, una pincelada de la vida misma. Mobiliario acogedor y acogido y que observaremos como constante -en ese criterio- en los distintos ambientes de aprendizaje de esta escuela.
Allí también las clases inician cada día en forma diferente, pues al entrar a las aulas los estudiantes escuchan cada mañana diferentes estilos y tipos de música.
La pregunta es ¿cómo una escuela que no ha nacido con un proyecto concreto, ha logrado transformarse a sí misma, ofreciendo una propuesta formativa creativa y diversa?
Jordi Martín nos cuenta que la escuela se crea en el año 2005, pero no surge ni con el equipo directivo ni con el proyecto educativo actual, que es lo que sin duda la caracteriza.
Podemos situar el origen de esta nueva experiencia en el año 2010, año en el que se renueva el equipo directivo – siendo desde entonces el actual – que comienza la tarea junto a 15 maestros, de los cuales 10 eran nuevos en el centro. En ese entonces, deciden asumir una propuesta pedagógica basada en el “trabajo por proyectos”.
Sin embargo, la piedra angular del mismo podemos establecerla hace dos años atrás, en el momento que un grupo de maestros presenta la inquietud de ir un paso más allá, realizando una verdadera transformación de la propuesta educativa. Para ello, visitan escuelas “alternativas” de referencia de Catalunya, a fin de poder conocer otras propuestas formativas, sus riquezas y sus debilidades, para a partir de allí, poder construir un proyecto educativo propio.
La experiencia de esta escuela nos demuestra que aun cuando una escuela está creada y tiene un historial propio – más largo o más corto – son las ganas y el interés de sus protagonistas -léase en este caso maestros- los que pueden realizar el cambio.
También puede darse el caso que la inquietud de transformación provenga de los propios estudiantes o de los padres- los que abren la puerta a la posibilidad de cambiar el proyecto educativo y las prácticas que éste implica.
Es así como el equipo de la escuela La Llacuna del Poblenou, consigue aclarar poco a poco, cuál es el modelo de aprendizaje hacia el cual quiere orientar su propuesta educativa: un aprendizaje más libre, pero a la vez mas responsable, que genere un trabajo más autónomo incluyendo un alto grado de compromiso por parte de los estudiantes – y también de sus maestros- y que ciertamente, genere conocimiento.
De esta manera, a través de un trabajo de indagación e investigación, el equipo de trabajo de esta escuela logra materializar una propuesta pedagógica propia para el ciclo de educación infantil y primario, que se basa en la diferenciación de tres momentos diarios, lo que han denominado como:
“Los 3 tiempos de La Llacuna”:
- Momento de aula
- Espacios de Libre circulación (ambientes de aprendizaje)
- Especialidades
Así, en el “momento de aula”, se alberga al grupo-clase como se hace en cualquier escuela, ofreciendo al niño la seguridad que le aporta un grupo y un maestro de referencia. Sin embargo en este momento de aula, se trabaja de manera diferente: el maestro presenta una propuesta basada en el trabajo por proyectos y todo el grupo trabaja en ese proyecto. Esto no quiere decir que todos los niños estén haciendo lo mismo en el mismo momento, sino que todos están trabajando en el mismo proyecto.
En el momento de aula, se trabaja sin libros de texto – entendiendo por tal un libro de aula que guía la actividad – sino que trabajan con múltiples libros de texto en los que buscan e indagan información, como también lo hacen en otros soportes y medios, como revistas, periódicos o pc.

Los proyectos pueden ser propuestos por el docente o surgir del mismo grupo de niños. El trabajo por proyectos implica así abordar la enseñanza sin dividir el conocimiento por disciplinas (por lo que en esta escuela, no hay “hora de matemática”, o de “literatura”), sino que a través de cada proyecto se trabaja transversalmente los contenidos desde la mirada y el aporte de todas las disciplinas.
Jordi Martín destaca que por ejemplo, en una clase de 25 estudiantes de infantil o de primaria, no hay 25 sillas, porque no todos los estudiantes tienen que hacer lo mismo en el mismo momento. La maestra hace tres o cuatro propuestas diferentes – en torno al mismo proyecto – y los niños se distribuyen para llevarlas a cabo. La maestra acompaña a los grupos que necesitan más apoyo, que requieren un seguimiento más próximo, mientras que el resto trabajan sobre propuestas que son más autónomas. Esto permite que la maestra esté trabajando con todo el grupo, pero a la vez centrada y focalizada en un grupo pequeño de 5/6 alumnos. Para esto, el maestro tiene que poder circular por la clase, ir de un lado al otro y por esta razón, en esta escuela los maestros no tienen mesa, porque no se fomenta que el maestro esté situado en un punto fijo.

Impacta ver en este “momento de aula” la puerta de la clase abierta, niños trabajando fuera de ella en un ambiente cómodo y acogedor, a otros niños trabajando dentro de la clase en pequeños grupos o individualmente, distribuidos en el espacio de manera no uniforme: algunos sentados en sillas, otros en almohadones, otros escribiendo sobre pequeñas mesas, pero todos trabajando, concentrados, debatiendo y construyendo conocimiento, como también competencias. Niños que aprenden a trabajar de manera autónoma, con un maestro que no dicta largas oraciones ni dá una clase magistral, sino que se acerca individualmente a los grupos, ofreciendo apoyo, asesorando, sosteniendo lo construido. Niños que aprenden haciendo, pero que no solo aprenden contenidos: están aprendiendo a trabajar en equipo, en colaboración, sin competir contra otro compañero, sino construyendo junto a él.
El segundo momento en que se divide la jornada escolar es el de los “Espacios de libre circulación”. Crear esos espacios implica ofrecer una propuesta más personalizada, por ello fue necesario cambiar la dinámica escolar clásica de la institución y modificar la organización del centro. Es en este momento cuando se rompe la estructura organizativa de la escuela, dejando de lado los ciclos tradicionales y dividiendo la escuela en tres grandes grupos: pequeños (de 3 a 5 años), medianos (de 1º a 3º grado) y grandes (de 4º a 6º grado).
En los grupos pequeños y medianos es donde introducen los “Espacios de libre circulación”. Se trata de espacios que implican que cada día, durante una hora y media, los grupos de clase – entendiendo por tal el grupo-clase tradicional- dejen su “aula de referencia”.
De esta manera, en ese momento las aulas dejan de ser de un grupo en particular para pasar a ser “espacios de libre circulación”.

Cada uno de estos espacios, de estas “aulas” se transforma en un espacio especial que alberga una propuesta. Para el grupo de los “pequeños”, los talleres que se ofrecen son:
Luces y sombras, el hospital, la casa y la cocinita, rampas y construcciones, espacio artístico-creativo, disfraces, la cooperativa, el sonido y experimentación/ciencias.

Por su parte, en el grupo de los “medianos” se ofrecen espacios y propuestas tales como:
Teatro e historias, vivencias, arte, el restaurante, el nido de ciencia, espacio natural, construcciones o el aula de ensayo. En todos ellos hay propuestas relacionadas con las distintas áreas del conocimiento, como el ámbito matemático, el lingüístico, el científico o el artístico.
En cada espacio, habrá un maestro responsable -anfitrión del ambiente- que será el encargado de acompañar a los niños en ese espacio, ofreciendo propuestas, preparando los materiales, organizando el propio espacio de trabajo. Así, cada día, durante la hora y media que duran los “espacios de libre circulación”, los niños de cada clase eligen qué propuesta realizar, mezclándose con niños de otras edades pero dentro de su mismo grupo de trabajo (medianos/pequeños) conformándose nuevos grupos que albergan entre 15 y 18 niños.
Cabe destacar que, aunque las propuestas para los niños de los grupos “pequeños” y “medianos” sean similares, la intencionalidad pedagógica será diversa: mientras que a los pequeños se les ofrece propuestas que potencian el desarrollo de actividades manipulativas, experimentales, de corte vivencial, simbólico y significativo, en el grupo de los “medianos” se busca que los niños asuman las tareas con mayor responsabilidad, adquiriendo el compromiso de terminar la tarea que empiezan.
Los pasillos de esta escuela, no son tampoco meros comunicadores de aulas y despachos. En esta escuela, los pasillos adquieren otro significado, que va más allá de comunicar, transformándose en espacios en sí mismos que también albergan propuestas: de lectura, de música (situándose en sector equipos con la música que se ha escuchado durante las semanas previas, con información de las canciones/artistas), propuestas de idiomas (a través de un espacio con reproductores con cuentos en inglés) o simplemente, encontrando un piano para tocar. Se trata de propuestas más libres, que no requieren de un acompañamiento directo de los maestros, pero que cuentan con la presencia de un maestro que se ocupa de orientar a quien está deambulando sin saber dónde ir.
Otra curiosidad, es que aunque los niños tienen inglés desde sala de 5 años (P5) como especialidad, la maestra de inglés es también responsable de un espacio y en ese espacio se dirige en Ingles, ya sea en un taller de ciencias, arte, luces y sombras. Lo mismo ocurre con el aprendizaje de castellano.
El hecho que los niños tengan un momento diario en el que están en otros espacios junto a otros maestros, hizo necesario que los maestros tengan un espacio de encuentro entre ellos, en el que valoren y compartan impresiones sobre cada niño. Así un día a la semana, los maestros se reúnen a hablar de “los niños” que van a sus espacios, compartiendo información, sucesos que les llama la atención, buscando un seguimiento más personalizado de cada alumno.
Por otra parte, para evitar que un niño repita reiteradas veces el mismo espacio, cada día se cierra un espacio – lo que obliga e elegir otro – y asimismo, para que los niños que “siguen a un maestro” no repitan el mismo espacio, los maestros van rotando por los talleres.
A diferencia de los grupos de pequeños y medianos, los “grandes”, en lugar de “espacios de libre circulación”, conforman lo que han denominado como “equipos de trabajo” en los que investigan en función de proyectos. De esta manera, se trabaja formando equipos de trabajo de cuatro personas con el desafío de desarrollar un proyecto escogido por ellos durante nueve sesiones. Aquí el movimiento entre los diferentes espacios, se da en tanto que éstos funcionan como “banco de recursos”, en términos de sitios/laboratorios, donde se podrán encontrar diversos materiales y herramientas, que aportarán estrategias y datos para cada investigación.
Ejemplos de proyectos en este grupo etario son: disoluciones, el número PI, densidades, la vista, la bicicleta, viajes, o historias desde los que se trabajan contenidos de áreas de matemática, física como también del área social o lingüística.

Supongamos que un grupo investiga sobre “líquidos”, en una clase encontraran vasos para medir, termómetros, etc….en otra libros, ordenador para buscar información, etc.
Esta modalidad logra por un lado, trabajar en grupos muy pequeños y por el otro que en cada grupo se genere un alto grado de actividad, de compromiso y de motivación, ya que existe un reto importante por solucionar.
El “Tercer tiempo de La llacuna” es el de las “especialidades” : se trata de momentos en los que se trabajan puntualmente determinadas disciplinas en particular, como inglés o educación física.
Hay dos cuestiones que van de la mano con la manera de enseñar en una escuela: los deberes y las evaluaciones. Dicho de otra manera, esta forma de enseñar y de aprender que asume esta escuela, sin duda debería corresponderse con una forma de asumir los deberes y la evaluación determinada, que vayan en línea con la forma de aprender. Tal como nos relata el jefe de estudios, así lo es: en la escuela de la Llacuna, no hay exámenes por escrito y la evaluación se realiza a través de la observación directa diaria. De hecho, como cada niño trabaja en espacios diariamente con otros maestros, cada maestro participa en su valoración. Para facilitar esta tarea, se han organizado trabajando sobre Google Drive, de manera tal que todos los maestros, van elaborando poco a poco el informe de cada niño. De esta manera, a mitad y a fin de año se entrega a las familias un informe narrativo exhaustivo donde se valora el nivel competencial de cada niño en relación a las diversas áreas. Esta evaluación de los maestros es complementada con la autoevaluación de cada estudiante, que los mayores realizan a través de los informes finales que deben elaborar de cada proyecto que realizan – dando cuenta de lo que han hecho y lo que han aprendido – mientras que los “medianos” lo hacen a través de una “libreta de espais”, en la que van apuntando los registros de lo que van aprendiendo.
En cuanto a los deberes para casa, Jordi Martín relata que “no se ponen muchos porque se harían diferencias entre las familias, porque hay familias que pueden acompañar a sus hijos en los deberes pero muchas no. Esta es una escuela pública y una escuela pública debe velar por la justicia social.” Sin embargo, semanalmente se propone hacer en casa, una lectura contextualizada acorde a lo trabajado en el aula o lo que haya sucedido en la ciudad: “se trata de pequeñas tareas pero con sentido”.
Una cuestión clave cuando una escuela lleva adelante un proyecto tan original y propio como éste es cómo se garantiza que todos los maestros que llegan a esta escuela -recordemos que es una escuela pública y los maestros llegan a ella por concurso- asuman y trabajen con este método. Jordi Martín nos comenta que, aunque en mayor o menor medida, el equipo de profesores de la escuela cree en el proyecto. Para garantizar que quien llega a trabajar a esta escuela se comprometa con el proyecto, desde el equipo directivo se destinan cinco horas semanales a acompañar – tanto en el aula como fuera de ella- a los maestros que trabajan en la escuela durante su primer año de trabajo, no a modo de control sino a modo de formación. Además, afirma que para que un proyecto como este funcione, el camino tiene que estar claro… “Esto es Llacuna, hay cosas que aquí no valen… hay formas de castigar a los niños que aquí no valen, formas de dirigirse a los niños que aquí no valen…hay formas de moverse por los pasillos que aquí no valen, pero también es cierto que hay que hacer el camino lo suficientemente ancho como para poder cubrir a todas las familias y a los maestros que van llegando,… Llacuna es ésto pero lo hacemos lo suficientemente ancho como para que quepan todos”
Aunque en palabras de Jordi Martín “el camino es ancho” seguramente habrá muchas familias que estarán encantadas con el proyecto y otras a las cuales el proyecto no acaba de convencerles…. El directivo nos relata que el proceso fue difícil para las familias que ya estaban dentro de la escuela cuando la escuela decide hacer el cambio hacia este proyecto, puesto que ellos “empezaron con un cole y se les transformó en otro…. Hay familias que se fueron. Las que se quedaron, ven que sus hijos aprendieron a escribir, a leer, que saben las tablas, etc… Las familias que hoy se apuntan ya saben a qué proyecto vienen…”
Como destaca el sr. Martín, si bien es cierto que estamos ante una forma de aprender nueva, también lo es el hecho de estar dentro de unas normas y leyes. “El curriculum está presente continuamente y el objetivo es aprenderlo, pero de distinto modo. Incluso las competencias básicas son una parte muy pequeñita de todo lo que se aprende en la escuela….”. Es que en verdad, aprenden mucho más que lo que está escrito…
Al preguntarle cuál es el plus que se llevan estos niños al aprender de esta manera, Jordi Martín responde que estos niños han aprendido a trabajar en equipo: dialogan, se escuchan, se saben hacer entender.
Por mi parte, observo al recorrer sus espacios, sus aulas abiertas, sus ambientes desestructurados, niños atentos, implicados, trabajando contentos, con mucha concentración, pero contentos. Al preguntar a una niña de unos nueve años qué tal es esa escuela, nos cuenta emocionada “esta escuela es muy guay, siempre estamos investigando, hacemos trabajos con compañeros y no es aburrido.” Palabras alejadas de muchos “odio la escuela” que escucho decir en niños que concurren a ella en lugares distantes físicamente entre sí, escuelas del norte o del sur, que comparten el hecho de no romper con lo que viene dado, repitiendo año tras año las mismas actividades, reproduciendo modelos estereotipados y absurdos de enseñanza, que quiebran la curiosidad y la creatividad de nuestros estudiantes.
Evidentemente, este trabajo implica mucho más esfuerzo por parte del equipo directivo y docente. Al decir de Jordi: “La tarea es emocionante, pero es compleja, implica muchas horas de trabajo.” Por eso cada lunes, a parte de los encuentros semanales para hablar sobre los niños haciendo un seguimiento de cada uno de ellos, los maestros de esta escuela se reúnen durante dos horas extras – no remuneradas- para su formación: debatir, cuestionar, reflexionar, con el fin de enriquecer y mejorar la propia propuesta.
Aunque suena bonito, muchos se preguntarán “¿cómo se “aprende” a través de ésta propuesta que es ciertamente más activa y lúdica que lo que puede ser un aula clásica?”. Lo cierto es que detrás de cada propuesta hay una serie de contenidos que son trabajados transversalmente, desde el aporte de las distintas disciplinas. No se trata de un cambio en la finalidad de la escuela como institución formativa – aprender – sino que lo que cambia es la forma en que se concibe que es posible aprender: un aprendizaje más activo desde el punto de vista del aprendiz, una concepción de la enseñanza más acorde a la realidad circundante que lejos de estar dividida por disciplinas, es una sola realidad atravesada por distintas miradas que nos aporta el conocimiento disciplinar. Un aprendizaje que no tiene porque ser aburrido, ni ocurrir solo cuando estamos sentados siempre en el mismo sitio, mirando y escuchando a un profesor que “sabe” y“transmite”, sino que puede lograr ser todo lo contrario: despertar el interés, el deseo de aprender, el desafío de llevar adelante un proyecto, acompañado de un maestro que guía, apoya y sostiene el aprendizaje. Y fundamentalmente que promueve el trabajo autónomo a través de un camino que inician estos niños y llevaran adelante a lo largo de toda su vida…. El de aprender a aprender, el camino hacia el aprendizaje permanente!